jueves 27 de octubre de 2022
- La investigación realizada por el Centro ANID, MIPP, indica que en el caso de los cereales disminuye la probabilidad de compra si tienen la etiqueta “alto en”. No se observa lo mismo en categorías como galletas y chocolates, donde el etiquetado puede no brindar una nueva información.
La obesidad es un problema mundial, y para hacerle frente, en Chile se promulgó en 2015 la Ley de Alimentos y, al año siguiente, entró en vigencia. El nuevo marco regulatorio tenía como objetivo, entre varios elementos, mejorar la información nutricional en el punto de venta utilizando un etiquetado interpretativo simple en el frente del paquete.
Según la nueva regulación, los productos alimenticios preenvasados cuyo contenido de cuatro nutrientes críticos (azúcar, sodio, grasas saturadas y calorías) excedan ciertos umbrales deben mostrar etiquetas negras estandarizadas que adviertan que el producto contiene niveles excesivos de los nutrientes críticos correspondientes.
Identificando los efectos del etiquetado de alimentos en el comportamiento del consumidor
En este contexto, los investigadores del Instituto Milenio MIPP , Carlos Noton y Daniel Schwartz, junto con el alumno Sebastián Araya y el académico Andrés Elberg, aprovecharon la implementación gradual que experimentaron las cadenas de supermercado antes de la entrada en vigencia de la ley para identificar el efecto del nuevo etiquetado en el comportamiento del consumidor. El estudio se llamó “Identifying Food Labeling Effects on Consumer Behavior” y fue publicado recientemente en la revista Marketing Science.
Una de las mayores contribuciones de esta investigación se debió a que, previamente, la identificación del efecto causal del etiquetado había sido esquiva y, más aún, con evidencia mixta en la literatura. Para poder analizar esta nueva medida, se asociaron con una gran cadena de supermercados en Chile para estudiar el impacto de la ley de etiquetado nutricional en el comportamiento de compra.
La investigación analizó los efectos heterogéneos en tres categorías de productos: cereales para el desayuno, chocolates y galletas. Antes de la entrada en vigencia de la ley, muchos productos se etiquetaron con los sellos. Los sellos se introdujeron en forma paulatina en distintos lugares, y en distintos momentos. “Esto fue muy importante para poder determinar la causalidad del efecto del etiquetado, ya que nos permitió atribuir los efectos del etiquetado y poder aislar otros efectos simultáneos como la publicidad, efectos estacionales, promociones y un largo etcétera”, señala Daniel Schwartz.
Explorar la implementación gradual en el tiempo del etiquetado, permitió remediar este problema llamado técnicamente “problema de identificación”, pues se trata de identificar un efecto causal. Para muchos productos, la implementación del etiquetado variaba ostensiblemente entre locales del mismo supermercado.
Utilizando datos de esta implementación gradual a través de mediciones en góndolas, más datos de precios y compras efectuadas por los consumidores, pudieron comparar los patrones de consumo en un mismo instante en el tiempo para el mismo producto, cuya única diferencia era el etiquetado “alto en”. Esto es muy similar a realizar un experimento aleatorio en dónde algunos locales tienen un producto etiquetado y otros no
¿Han resultado efectivas las etiquetas?
En la categoría de cereal, la nueva etiqueta de advertencia redujo la cantidad de compra en 6,2 puntos porcentuales y la probabilidad de compra en 5,8%. Como referencia, si un local vende 20 unidades de un cereal específico en un día, el nuevo etiquetado disminuyó esta cantidad entre 1 o 2 unidades. En el caso de chocolates y galletas, los investigadores no encontraron variaciones significativas provocadas por el etiquetado.
Las razones de por qué en los cereales se aprecian cambios, el estudio sugiere que es esperable un mayor cambio de comportamiento por parte de los consumidores en categorías donde existe una posibilidad de sustitución en la compra o de prescindir de ésta, y si el etiquetado provee información que no se esperaba. “En este caso, en la categoría de cereales se cumplen estas condiciones”, indica Carlos Noton. En el caso de las galletas y chocolates, el etiquetado difícilmente incorporó una información nueva.
Los resultados también sugieren que las compras de grupos socioeconómicos medios-bajos y familias con niños son susceptibles de ser modificadas por la provisión de información nutricional simplificada. Estos hallazgos son muy relevantes para los formuladores de políticas que generalmente se enfocan en ambos grupos, especialmente dadas las alarmantes tasas de obesidad entre los niños.
Políticas Públicas
En consecuencia, la investigación logró identificar el impacto de la etiqueta de advertencia en los patrones de compra en el corto plazo. Los resultados enfatizan que las etiquetas de advertencia pueden no ser suficientes para frenar el comportamiento de compra de productos no saludables, y las medidas adicionales, como prohibir los productos no saludables en las escuelas, parecen complementar la divulgación de información alimentaria.
Cómo lograr mayor efectividad es un aspecto que los investigadores resaltan, indicando que la información debiese ser simple, llamativa (o “viva”), transparente y comparativa. “Los primeros atributos se han logrado en alguna medida. Sin embargo, la información debe también permitir comparaciones: nada es bueno o malo per se, sino que lo es en base a un punto de referencia. Mientras las personas tengan posibilidades de diferenciar productos (es decir, que no esté todo etiquetado de la misma forma) y vean simplemente que un producto podría ser más dañino para la salud que otro, entonces las elecciones serán más fáciles”, dice Noton.
Fuente: MIPP